martes, 4 de noviembre de 2008

De los abriles

Y en abril
enmohecer todas las lunas.

Las redondas, las enormes lunas.
Desplomarlas.

Que rueden hasta el pavimento.

Que se ahoguen
se hundan en los charcos lodosos.

Ningún lazo formado con gotas de lluvia
ninguna escalera
con peldaños
de sombras.

No las sacará de su tumba ningún brazo.

Que todas las lunas se desplomen.

Que rompan la nuca en las aceras
donde desde sus balcones
las señoritas derraman ardores.

Que todas las lunas revienten
hasta que se tire
lo que llevan dentro
que se vacíen y se queden huecas
que el negror fecunde
su vientre ahora lejos
que nos nazca en la puerta de la noche
y del espanto
una nueva luz
sin cuentos
y sin queso.
.
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