Te amamantabas de asombro
mientras yo me desvestía
y mis dedos poco a poco se me hacían pelo en tu cabeza
La noche y el traspunto de las pieles
son las dos figuras del agua y de lo oscuro
Tus ojos se iban (pocamente y de despacio)
entrecerrando cuando yo te desvestía
y mi vientre se metía con dolientes desconciertos
entre tus muslos y mi lengua
Si amanece ya no tengo tus precipitadas quejas
ni tengo tus redondas carcajadas
y tampoco tus turbados manotazos
si amanece, el adjetivo se nos hace menos
Es extraño y raro y lentamente
nuestros labios que se ponen rojos
Tú poniéndote de gris y de saliente
de las cumbres y las blancas gotas
y yo tragando e incinerando el lloro
de tus últimos espasmos
Y tú apretándote encerrado dentro de mis tragos
suaves y mis piernas…
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